De creer a Chris Cillizza, un analista estadounidense, el camino político de Donald Trump a la candidatura presidencial en 2024 está más cierto y despejado que sus problemas legales.
Trump enfrenta una serie de acusaciones que pueden invalidar su posible candidatura, mientras que sus grupos han establecido su supremacía en el Partido Republicano y tratan por todos los medios legales de apoderarse de los mecanismos electorales.
El primero de los casos es evidentemente, el planteado por el comité confesional investigador sobre la asonada del 6 de enero de 2021, que el jueves realizó su última audiencia pública con un sólido alegato sobre el esfuerzo del entonces presidente Trump por revertir los resultados de las elecciones con base en falsas denuncias de fraude.
Ciertamente, es un caso mucho más político que judicial, pero en buena medida acompaña a lo que decidió hacer el Departamento de Justicia en su propia pesquisa sobre lo que para muchos en EU fue un intento de golpe de Estado.
Cientos de personas han sido investigadas y más de un centenario condenado a penas de cárcel, derivado del desarrollo del motín que llevó a la ocupación del edificio del Capitolio por una turba que había asistido a un mitin encabezado por el mismo magnate.
El Departamento de Justicia desarrolla una pesquisa sobre los documentos secretos que Trump se llevó a cabo al dejar la Casa Blanca. La indagación llevó a una redada policial en la residencia de Mar-a-Lago, donde se descubrieron decenas de documentos con información clasificada como de alta seguridad y que legalmente el exmandatario no pudo conservar.
Quizá los casos más peligrosos para Trump sean, sin embargo, la acusación de operaciones fraudulentas planteada por la Fiscalía General de Nueva York en torno a las financieras de las empresas Trump, y la indagación en el condado Fulton, del estado de Georgia, sobre su involucramiento en un intento por anular las elecciones en ese estado: el expresidente se comunicó con funcionarios del gobierno republicano estatal para pedir le consiguieran los votos necesarios para dar la vuelta a los resultados.
Una condena, aun en el menor de los casos, impediría legalmente su candidatura presidencial.
En respuesta, Trump trata tanto de cuestionar las indagaciones como una “cacería de brujas” o de prolongar ad infinitum todos los procedimientos judiciales.
Es algo que le ha funcionado. Como empresario de bienes raíces en Nueva York estuvo involucrado en más de cuatro mil juicios y cientos de arreglos extrajudiciales, en especial con acreedores a los que muchas veces convenció de aceptar pagos menores a cambio de no alargar los procedimientos.
Una táctica que aprendió de Roy Cohn, un abogado de la mafia neoyorquina y su “padrino” en Manhattan: nunca rendirse, siempre contrademandar y siempre proclamar victoria.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
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CAMARADA