La ‘joya de la corona’ del autogobierno vasco, el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza, ha pasado de ser motivo de orgullo a fuente de preocupación. Así lo atestiguan los estudios sociológicos elaborados en los últimos meses. El Sociómetro vasco, realizado por el Ejecutivo autónomo, sitúa el ámbito de la sanida pública como la tercera preocupación de los vascos, mientras que el Deustobarómetro, de la Universidad de Deusto, lo sitúa en segunda posición. ¿Responde esa preocupación a una alarma fundada o, como defiende el Ejecutivo vasco, la sanidad vasca simplemente vive un bache motivado por una coyuntura muy particular?
Es evidente que los problemas que hoy sufre Osakidetza se reproducen en buena parte de las comunidades autónomas, en muchas de ellas con mayor gravedad. El caso vasco, no obstante, resulta llamativo por lo inédito de esa preocupación social por la situación de la sanidad pública vasca y porque las cifras de inversión, al menos muchas de ellas, no se sitúan en los cicateros parámetros de las comunidades que menos invierten .
El Gobierno vasco, de hecho, alude a la inversión a la hora de defender su apuesta “inequívoca” por la sanidad pública. Desde el Ejecutivo vasco sostiene que el presupuesto de Osakidetza ha pasado de 3.200 millones de euros hace una década a 4.600 millones este año. La inversión en salud pública ronda los 2.100 euros por habitante, la más elevada del Estado junto a Asturias, y las listas de espera se encuentran, comparativamente, entre las más desahogadas.
Desde el sindicato ELA, en cambio, sostienen que estas cifras merecen algunos matices. “Si atendemos a la inversión en sanidad pública en relación con el PIB vemos que Euskadi no sale bien parada. No ya mirando a Europa, donde se invierte mucho más en sanidad pública, sino también atendiendo a otras autonomías”, explica Esther Saavedra, responsable en el ámbito de la sanidad pública del sindicato ELA, el primer sindicato en el País Vasco.
Gasto en relacion con el PIB
Atendiendo al gasto en sanidad como porcentaje del PIB, efectivamente, Euskadi se sitúa la quinta por la cola. En cuanto al gasto por habitante, esa cifra que en España le posiciona en la cabeza está ligeramente por debajo de la media de la Unión Europea y muy por debajo de los países que encabezan la lista, cuyo gasto en sanidad pública por habitante duplica la cifra vasca .
Desde ELA añade otro matiz: “Hay que ver en qué se invierten esas cuantías. El mayor problema de Osakidetza es la falta de personal; sin embargo, vemos que buena parte de las inversiones han ido usadas a construir hospitales nuevos oa comprar equipos”. Y considerando que, al contrario de lo que subraya el Gobierno vasco, existe un problema de inversión: “La falta de inversión pública es la base común de la mayor parte de problemas que vemos en Osakidetza”.
¿Cuáles son esos problemas? El lehendakari, Iñigo Urkullu, reconoció en su mensaje de Navidad que el Sistema Vasco de Salud se ha visto “tensionado” y que existen “dificultades”. “No vamos a escatimar esfuerzos. Lo digo con claridad: seguiremos reforzando la plantilla profesional de Osakidetza. Vamos a priorizar la mejora de la atención primaria en una única Osakidetza de la que todos somos parte y compartimos como sistema público”.
Desde el Ejecutivo vasco se ha reconocido en los últimos días que “existen menos profesionales de los necesarios en atención primaria”, así como retrasos “en algunas pruebas en medicina especializada”.
En ELA, en cambio, considerando que la alusión genérica a “falta de personal” ya dificultades para encontrar sanitarios esconde “escasa voluntad por invertir en sanidad pública y contratar a nuevos profesionales”. “La falta de médicos y la pandemia han sido las excusas perfectas”, matiza Esther Saavedra.
“Es cierto que ha habido una falta de planificación y de interés por adelantarse a un momento en el que se iban a producir jubilaciones masivas. Sabíamos desde los años 90 que iba a llegar ese momento y no se ha planificado. Aun así, el volumen de aspirantes a las últimas oposiciones nos demuestra que hay médicos, pero hay que ofrecen buenas condiciones. Lo que se les ofrece es falta estabilidad y una sistemática sobrecarga de trabajo, ya que no se cubren bajas ni jubilaciones. La gente huye al extranjero oa la privada, y los médicos que vienen de otras comunidades también terminan huyendo. La prueba de que no hay interés en reforzar la plantilla es que ni siquiera se realizan contrataciones, por ejemplo, entre el personal administrativo de atención primaria, que está saturado”, añade desde ELA.
El Ejecutivo vasco viene subrayando que en octubre se producirá la mayor ampliación de plantilla de Osakidetza en los últimos 20 años, con la suma de 2.109 plazas, hasta ahora temporales, que se convertirían en estructurales y de otras 359 plazas de carácter temporal.
En todo caso, no está nada cierto que esas cifras vayan a ser suficientes. En los próximos tres años se jubilarán 2.303 sanitarios de Osakidetza, una cuarta parte médicos de familia y pediatras.
En este momento, según los datos del Ministerio de Sanidad, Euskadi se sitúa en una posición intermedia en cuanto a la tasa de médicos de atención primaria, atención hospitalaria, servicios de urgencias y especialistas por 1.000 habitantes. Le superan Aragón, Cantabria, Navarra, Asturias y Extremadura. Desde el sindicato Satse ponen el foco en la falta de profesionales de enfermería, con una tasa de 5,8 por 1.000 habitantes en Osakidetza frente a los 8,8 de la Unión Europea.
Crisis en la organización de Osakidetza
Más allá de estos problemas, el Servicio Vasco de Salud ha vivido en los últimos meses varias crisis en sus estructuras organizativas. La más grave se vive alrededor de la OSI de Donostialdea, la Organización Sanitaria Integrada del área de influencia de San Sebastián. El cese de su director manager y su director médica fue seguido de una cascada de dimisiones. Una treintena de jefes de servicios respondieron con un escrito en el que pidieron “el cese inmediato de los cargos de la dirección general de Osakidetza”. La crisis sigue abierta y desde ELA considerando que es un síntoma de los problemas de fondo que se viven en la sanidad pública vasca.
“En la medida en que el sistema sanitario está tocado hay divisiones internas. El caso de la OSI de Donostialdea es uno, pero vemos que también ha habido problemas en Basurto o en el Centro de Transfusiones y Tejidos Humanos”, añade Saavedra.
La pasada legislatura, el caso de las filtraciones de los examenes para las oposiciones de Osakidetza contribuyó a lastrar la imagen del Servicio Vasco de Salud también. El consejero de Salud entre 2012 y 2019, Jon Darpón, y otros altos cargos del Departamento de Salud se vieron obligados a dimitir después de que se conociese que algunos aspirantes tuvieron acceso a los exámenes antes de la celebración de las pruebas.
En la agenda politica
Los problemas que vive el Servicio Vasco de Salud, en muchos casos similares a los que se viven en otras latitudes, han estallado en un momento de creciente concienciación en torno a la importancia del ámbito sociosanitario. El pasado mes de junio, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, tuvo que rectificar un discurso en el que apelaba a un “cambio cultural” en la relación con la sanidad pública.
“Nos enfrentamos al reto de trasladar a la ciudadanía que estamos ante un cambio de cultura, de usos y costumbres en nuestra relación con los servicios sanitarios. Habrá que desplazarse con más frecuencia, habrá consultorios atendidos por servicios de enfermería o incluso que permanecerán cerrados en épocas vacacionales. Recurriremos a consultas telemáticas oa herramientas de triaje”, dijo.
Las palabras generaron una polémica sin precedentes, que la propia consejera corrigió negando que se vaya a producir “un cambio de modelo”. “En Osakidetza no hay recortes, no hay un desmantelamiento de la atención primaria, ni un cambio de modelo”, dijo, y agregó que si hay cambios serán para “mejorar”.
El Gobierno vasco no ha vuelto a utilizar la alusión a ese supuesto “cambio cultural”, que desde EH Bildu y Podemos considerar un “eufemismo” para camuflar recortes y un afán privatizador. Al contrario, el Ejecutivo vasco parece haber entendido que la sociedad vasca no está por la labor de aceptar una merma en la calidad de los servicios sociosanitarios.
A diferencia de otras comunidades, en el País Vasco no hay sobre la mesa una amenaza de huelga de carácter inminente. Las protestas y las huelgas, no obstante, fueron una constante el año pasado y los sindicatos no descartan nuevas huelgas y movilizaciones en el corto plazo.
La situación de la sanidad pública vasca se ha convertido en uno de los asuntos centrales de la política vasca, instalado en la gestión de lo cotidiano. Una cuestión capaz de movilizar votos y que, en pleno horizonte electoral, seguirá ganando protagonismo.
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