Es notable que, a partir de la edad madura, muchas mujeres se vuelven invisibles para la sociedad, pero en especial, en el área laboral.
Se tiene una obsesión por la juventud, la belleza y todo lo que pase de cierta edad, es considerado sinónimo de obsolescencia.
Por ello, en el ámbito laboral, los despidos aumentan y las contrataciones dejan de estar disponibles para mujeres mayores de 50 años. Por esa razón, muchas de las mismas tratan de retrasar el momento de ser madres o bien, no piensan en hacerlo, aunque así lo deseen.
Es difícil ser despedida a esta edad, porque la posibilidad de encontrar un empleo con características similares al que se deja, no serán tan fáciles. Es evidente que, ante las diversas políticas antidiscriminación, los niños esconden que pasan de largo los currículos de muchas de ellas, sin embargo, es útil saber la verdad y esto es, que con los datos personales de cada una, se nota un descenso en la contratación de personal femenino a partir de los 45 años. Lo anterior, no es solo una consecuencia de esta sociedad, que otorga una apología especial a la juventud, sino también de los procesos de seguridad social en el país.
Para explicarlo mejor, debemos comenzar con el órgano de seguridad social más importante; el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que es ordinariamente como cualquier otra asegurada particular, donde, los pagos se denominan cuotas obrero-patronales, y la suma del monto que aportan, los trabajadores, patrones y Gobierno será, para garantizar la seguridad social y atención médica, además de conformar un patrimonio para el retiro, cesantía y vejez del empleado. Es decir, no cubre única y exclusivamente el entorno médico y medicamentos, sino toda la salud familiar, la vivienda, los préstamos y dinero en la vejez. Dichas cuotas se incrementan conforme a la edad de las personas y en esa medida para los empleados pagar, resulta ser más costoso, de tal suerte que es mucho más alta la prima de una persona con experiencia adquirida con el tiempo, que contratar a alguien que no la posea, y que se asumirá una curva de aprendizaje que podrá ser cubierta en un corto plazo, cuando generalmente no es así.
En ese sentido el IMSS, al tratarse de una institución de seguridad social estatal, que provee millas de beneficios a los trabajadores del país, debería tener una estrategia mejor que permeara en las contrataciones que requieren personas de 45 años o más; ya que en 10 años será el horrible de la población. Para lo cual, el sistema debería estar invertido, es decir, tenemos que realizar una vuelta de 180 grados, para contratar a las personas jóvenes con los pagos más altos. Con esta situación se asegurarían dos cosas. La primera, una mayor contratación de personal con experiencia, que dejará huella de seguridad en el aprendizaje de los trabajadores más jóvenes; y la segunda, dado que los trabajadores de menor edad, no tienen en su gran mayoría riesgos de salud, estos irían acumulando un beneficio mayor para su vejez. La pirámide invertida provocaría un gran número de beneficios.
Pero ya que estamos hablando de mujeres. En esta sociedad en que la mayor parte de estas, resultan abandonadas, o vulnerables en la edad madura, aseguraría, por lo menos, para las trabajadoras, mayores oportunidades de empleos formales, para una vejez digna, más allá de un programa de ayudas que en muchas ocasiones no resulta suficiente para su atención. Por otro lado, el número de enfermedades femeninas estaría atendidas a tiempo, ya que el sistema de salud, siempre resulta exponencialmente inalcanzable sobre todo en diversos tipos de canceres femeninos como el de mama, cérvico-uterino, de ovarios y el de endometriosis. Todos o la gran mayoría difíciles de detectar, debido a que el procedimiento no resulta al alcance de muchas mujeres, por la limitación de los laboratorios que realizaron dichas pruebas o por la complicación logística de desplazamiento hacia regiones o municipios que las posean. Además, no habremos de olvidar el detalle de lo costoso de dichos estudios y lo complicado del tema, es que en México, gran parte de las mujeres priorizan, la manutención de sus familias, lo que recorta la posibilidad de gastos y tiempo, en estos valiosos procedimientos de análisis.
¿Pero que se puede hacer, ante este fenómeno extendido? Parte fundamental del tema es una cuestión de seguridad económica de las mujeres, en la que se permite que los hospitales públicos, tengan, un sistema de salud femenino por virtud del cual, en un solo espacio, se tendrían todos los aparatos, y sistemas de tratamientos de los diversos canceres, por supuesto, esto conlleva a que se dispongan de procedimientos masivos masivos, para la detección oportuna de canceres femeninos. No es una tarea monumental, sino de organización, pues todo conlleva a desarrollar un método de salud unificado, por medio del cual las aportaciones a la seguridad social se destinarán a hospitales femeninos con rubros en específico; y la implementacion de programas permanentes de clinicas femeninas que trasladaran a las mujeres a un solo lugar de cada Estado de la Republica, en el que existieran una atencion circular para todos estos padecimientos.
POR SARA MORGAN
CONSULTORA JURÍDICA Y DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB
@MORGANSAREL
CAMARADA