Una nevera en un rincón con algunos productos envasados listos para el consumo como el hummus, el tabulé o la tortilla de patatas se ha convertido en toda una experiencia gastronómica. Los espacios de comida preparada en los supermercados han llegado para quedarse y sus mejores consumidores son los mayores, que reconocen que ya no quieren cocinar más.
Sofía, de 84 años responde a Business Insider España en la zona de comida preparada del Mercadona de la Ronda de Atocha, en Madrid.
“He usado este servicio bastantes veces porque está riquísimo. Me encantan todos los platos porque están muy bien cocinados y porque cada día puedo llevarme una cosa diferente”, cuenta.
El motivo de esta incursión un martes por la mañana es cierto.?Lo uso para no cocinar. Mire, yo estoy sola, soy muy mayor y no tengo ningunas ganas de trabajar?, dice Sofía.
“Si compro la comida, lo único que tengo que fregar es un plato, no utilizo el lavavajillas, además no mancho mucho porque utilizo servilletas de papel”, reconoce.
No es la única; en un solo paseo por el centro, cada vez mas personas de la tercera edad se acercan con curiosidad o con la seguridad de quien ya sabe qué comprar para planificar su menú diario.
María del Mar, de 70 años, es una neófita en el servicio de comida elaborada y afirma que nada más verlo se ha acercado a seleccionar su primera compra.
?Aún no lo he probado pero hoy voy a ver qué hay. Primero miraré a ver qué pinta tiene y qué es lo que ofrece porque tampoco puede llevarse uno lo que sea con tal de no cocinar?, afirma.
Algunos son asiduos como Mercedes, de 78 años, y José Luis, de 66 años. Ambos llegan juntos y se dirigen directamente al mostrador: ?Hemos utilizado este servicio bastantes veces por no cocinar más y porque está bueno. Igual lo usamos como mínimo dos veces al mes. Nosotros solemos comprar el pollo a la portuguesa y la tortilla. Y alguna vez la paella?.
Un publico que tiene tiempo para cocinar pero ningunas ganas
La comida preparada ha sido un espacio habitual en los supermercados de todo el mundo. Sin embargo, tradicionalmente se han enfocado en el perfil del ejecutivo que compra una ensalada o un bocadillo para comer en la cantina de su oficina o, en los días de sol, en un banco en el parque.
La zona de negocios de Madrid cercana al complejo de Azca es una muestra de ello. A partir de las 2 de la tarde, mujeres con blusas vaporosas y hombres trajeados se sientan en la plaza Manuel Gómez-Moreno a degustar ensaladas de verano y bocadillos bajo la sombra.
La plaza frente a la Torre Picasso es otro punto de encuentro de la capital a la hora de la comida. En ella, ejecutivos de Google, Deloitte y otras grandes corporaciones bajan la comida de su cantina para comerla al aire libre en compañía.
La estampa, sin embargo, es muy diferente en el supermercado. Todas las edades confluyen frente al mostrador donde se exponen la paelladistintos tipos de pizza y platos de cuchara.
Desde Mercadona, trasladan su estupefacción ante la afluencia del público de edad avanzada que utiliza su servicio de comida preparada.
Según afirma Esther Casado Prieto, gerente de Listo Para Comer en Mercadona, ?tendemos a pensar que el público más objetivo es, sobre todo, la gente más joven porque creemos que tiene menos tiempo. Pero la verdad es que, hoy en día, casi nadie quiere invertir su tiempo (tenga el que tenga) en preparar la comida?.
Probablemente, este tipo de centros salven la brecha digital a la que se exponen los más mayores, que no pueden utilizar lasaplicaciones populares de Solo come o Wetaka para recibir en casa comida recién hecha.
¿Qué le pide un consumidor de edad avanzada a un servicio de comida preparada?
Ante todo, los entrevistados aluden a la variedad gastronómica. En una generación que se ha preocupado más que ninguna otra por conseguir un calendario de comidas saludables, es vital contar con una mezcla heterogénea que pueda sustituir a su cocina tradicional.
María Leia, de 69 años, revela a Business Insider España que compra comida hecha entre semana para su disfrute y ?los sábados para dar de comer a los míos en las reuniones familiares?.
El resto de la semana cuenta que se acerca por la mañana para organizar su calendario de comida: “Un día, las berenjenas, otro la tortilla de calabacín ya veces la paella?.
Preguntada por si echa algo en falta, confiesa que le gustaría ver “más guisos de carne”, aunque reconoce que aún no ha degustado toda la variedad gastronómica del mostrador.
La gerente del servicio de Listo para Comer de Mercadona revela que ?cada vez ve más personas de la tercera edad consumiendo nuestros productos” y confiesa que “este tipo de consumidores son los más exigentes”.
“Si le hubiera dicho a mi abuela que comprara lentes de Listo para Comer, probablemente me hubiera contestado que las suyas están más buenas. Sin embargo, vemos cómo nos eligen cada día y nos enorgullece?, afirma Prieto.
Desde el supermercado, se esmeran en ofrecer platos tradicionales y aquellos “que sean difíciles de cocinar, como puede ser una paella”, dice Prieto. También aquellos que “requieren mucho tiempo, como por ejemplo la berenjena rellena o las croquetas?, continúa la gerente.
Además, los platos más deseados pueden reservarse para que estén listos para consumir a la hora que decida el cliente.
Esta buena acogida ha propiciado una expansión en Mercadona de su zona de comida preparada. ?Este año hemos implantado Listo para Comer en aproximadamente 150 tiendas más y actualmente tenemos presencia en más de 900 tiendas“, relata Prieto.
Otros supermercados como El Corte Inglés llevan años ofreciendo en algunos centros seleccionados una amplia variedad de comida preparada. En su establecimiento insignia de la calle Preciados, en Madrid, los restaurantes de comida se mezclan con amplios puestos de empanadas, croquetas y pastas que seducen a quien está de compras.
La dependienta a cargo afirma que ?cada vez hay más gente que viene a comprar platos elaborados, incluso a última hora, previa al cierre?.
Otros grandes de la industria, como Dia o Lidl han apostado por aumentar el número de neveras con platos elaborados, como pollo asado, patatas cocidas o tortillas de patatas, aunque su estrategia no implica ?por ahora? un servicio de atencion al cliente.
Es posible que la implementación de estos espacios dedicados a la lista de gastronomía para comer suponga un varapalo al pequeño comercio. Sin embargo, en el Mercado de Santa María de la Cabeza (Madrid) son optimistas, ?siempre tenemos gente que busca nuestros productos por su calidad y creemos que el público va a seguir aumentando?.
Si bien durante el momento más crudo del confinamiento muchos consumidores se lanzaron a la cocina, la vuelta a la normalidad ha implicado un cambio hacia cocinas menos y disfrutar más del tiempo libre.
¿Y cuánto cuesta? Los productos, tanto de los puestos de comida como de los espacios en los supermercados, rondan entre los 5 y los 10 euros. Sofía, la cliente de Mercadona de 85 años, afirma que ella se encuentra en la compra un beneficio económico.
?Yo me gasto menos comiendo así que comprando todos los ingredientes que necesito. Hay personas que, si no pueden, por la circunstancia económica que sea, pueden pedir menos o elegir otra cosa?, reitera Sofía, aguardando en la cola.