Conocida ya la aplastante victoria de la coalición de centroderecha en las últimas elecciones generales italianas, que supone, entre otras cuestiones, que dispondrá de amplia mayoría en el Parlamento; y ante el previsible incarico de formar Gobierno a uno los tres miembros de la coalición (los Hermanos de Italia de la romana Meloni) por parte del presidente de la República, corresponde ahora analizar los retos y desafíos a los que se enfrentará el nuevo Ejecutivo en el terreno de la economia.
El primero, y con diferencia más importante, es elaborar y aprobar la ley más importante de todas: la de los Presupuestos Generales del Estado, porque ya debería haber presentado el Documento de Planificación Económica (donde se proponen los objetivos de déficit) y no se ha hecho; a su vez, para el 16 de octubre, que estar listo el borrador o anteproyecto de esos mismos PGE con el fin de que tengan el visto bueno de las autoridades comunitarias; y, finalmente, tras el necesario trámite parlamentario, logrará que para la última semana de diciembre de este año estén definitivamente aprobados los presupuestos para el año 2023.
Más allá de que en principio el titular de Economía y Finanzas del nuevo Gobierno Fabio Panetta, antiguo director general del Banco de Italia y ahora será miembro del consejo de gobierno del BCE, lo cierto es que Meloni ha reconocido que ya ha hablado con el presidente del Consejo de Ministros en funciones, Mario Draghi, para que entre ambos hagan los presupuestos. Además de coincidir en numerosos puntos, la persona que ha ostentado Economía y Finanzas durante el Gobierno Draghi (Daniele Franco) seguramente ya ha previsto esta situación y tiene bastante avanzados los presupuestos a la espera de que Meloni, junto con sus compañeros de coalición Berlusconi y Salvini, introduzcan los elementos contenidos en sus respectivos programas de gobierno al objeto de unos PGE pactados entre Gobiernos. Entre las novedades destaca con particular fuerza la desaparición de la controvertida renta de ciudadanía, un subsidio por valor de hasta 780 euros mensuales para familias sin recursos y que puede tener una duración máxima de dos años.
Esta renta de ciudadanía sí ha estado vigente durante el Gobierno Draghi porque, al formar parte el Movimiento 5 Estrellas (promotora de esta medida) de la maggioranza que sostuvo al Gobierno Draghi (febrero de 2021-julio de 2022), el economista y financiero romano no tuvo más remedio que aceptarla, porque, a fin de cuentas, en ese momento 5 Estrellas poseía el número más importante de parlamentarios dentro del conjunto de partidos que sostenían al Ejecutivo presidido por el expresidente del BCE. Ahora, con el centroderecha gobernando el país, este subsidio desaparecerá, ya que 5 Estrellas va a pasar a formar parte de la oposición.
Pero el reto fundamental al que realmente tendrá que hacer frente al nuevo Gobierno no será otro que el derivado de, por un lado, su abultadísima deuda pública (152% sobre PIB), y por otro, de la subida de los tipos de interés decretada por el BCE, con lo que al nuevo Ejecutivo le costará mucho más financiarse en los mercados de deuda. De ahí que resulte clave la fuerza con la que negocie, en meses venideros, el nuevo Pacto de Estabilidad, donde tanto Italia como Francia quieren que la relación entre deuda y PIB pase del 60% establecido en Maastricht (febrero de 1992) al 100% como mínimo. En este intento tendrán frente a los países del centro y norte de la UE, liderados por una Alemania que, estando mucho menos endeudada, está a punto de sufrir una honda recesión porque depende por completo de la energía rusa.
Mientras, el Ejecutivo italiano tendrá que seguir aplicando tanto la transición digital como la ecológica que se establecerá en el Recovery Fund de 2020 y que le dio a las arcas transalpinas la posibilidad de recibir hasta 209.000 millones de euros del total de 750.000 repartidos entre todos los Estados miembros de la UE.
Hablando ya más en clave interna, uno de los retos pendientes desde hace décadas y que sigue sin ser abordado es la enorme brecha entre la Italia septentrional, rica y muy industrializada, y la Italia meridional, sumida en una pobreza crónica y con sus juventudes condenadas , desde hace años, a emigrar al norte, cuando no a fuera incluso del país. No resultará nada fácil lograrlo, pero comienza a ser cada vez más necesario porque la elección tras elección se pone de manifiesto la cada vez mayor división entre unos y otros italianos.
Finalmente, queda el tema no poco importante del sistema de pensiones: 51 de los 60 millones que tiene el país tiene ya más de 18 años, y el país envejece a marchas forzadas. Además de resultar necesario poner en marcha todo un programa para fomentar la natalidad, va a tener que retrasarse la edad de jubilación: ya lo hizo el Gobierno Monti en noviembre de 2011, llevando el final de la vida activa de los 65 a los 67 años , pero sigue sin ser suficiente. Y aquí sí que puede haber un profundo malestar, porque no pocos dirán que tanto dinero gastado durante años en la renta de ciudadanía podría haberse destinado a las cada vez más maltrechas pensiones. En suma, muchos retos por afrontar con la tranquilidad de saber que se tiene el apoyo del Parlamento nacional y hasta cinco años de legislatura por delante.
Pablo Martín de Santa Olalla Saludos es Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nebrija. Autor de ‘Historia de la Italia republicana, 1946-2021’ (Sílex Ediciones, 2021)