Por Jorge Eduardo Simonetti
jorgesimonetti.com
Especial para El Litoral
“¿Alguien les pidió un centavo para hacer obra pública?
¿Alguien usó la Afip para que se metan en las empresas de aquellos que nos critican?”
Presidente Fernández, Coloquio de Idea
Alberto Fernández, tal cual lo constatamos una y otra vez durante su presidencia, es especialista en decir lo que no debe, en momentos inoportunos y en lugares inconvenientes. Decirles a millones de jubilados que cobran la minima, que ellos saben que el presidente ha cumplido con ellos, es, por lo menos, una burla, ademas de ser una cruel mentira. Ofrecerle la Argentina a Putin, a días de su invasión a Ucrania, para ser la puerta de entrada de Rusia en Latinoamérica, es de una torpeza rayana en la estupidez.
Lo que dijo días pasados con su discurso en el Coloquio de Idea, ¿es más de lo mismo o un estilo fríamente calculado?
Ante los empresarios reunidos en el foro anual, en momentos en que Cristina está siendo juzgada por asociación ilícita, sobreprecios, entrega indebida de casi todas las obras públicas de Santa Cruz a Lázaro Báez, en la causa conocida como “Vialidad”, preguntar al auditorio si su gobierno les pidió dinero para hacer obra pública, no es —no puede ser— casualidad ni otro de sus tradicionales furcios.
Parece un gesto, a esta altura inútil, de rebeldía contra su mentora, Cristina, como queriendo expresar el contraste entre un gobierno corrupto (el de ella) y otro que no lo es (el de él). Si no, ¿por qué lo diría?
Cómo para disimular el objetivo, Fernández también se refirió a la utilización de la Afip para perseguir empresarios, en obvia alusión a las imputaciones al gobierno de Macri.
Esta bravuconada inocente de Fernández nos trae un cuento las causas que sobre este fin de año preocupan a Cristina Kirchner, un fin de año que viene cargado de desenlaces judiciales, inflación incontenible y fútbol, mucho fútbol.
No es nueva la estrategia de ocultar hechos tras otros de mayor envergadura, gravedad o impacto. Ha venido sucediendo en estos días, que, por casualidad o planificación, las penurias económicas quedaron relegadas en la consideración general ante el atentado contra la vicepresidenta.
Viene a mi mente el recuerdo de la sesión del Senado que, con el voto del peronismo, absolvió al juez Oyarbide por la causa “Spartacus”. Por casualidad o causalidad, la sesión del 11 de septiembre de 2001 quedó atenuada por la impactante caída de las Torres Gemelas.
Esa relación carnal continuó con el kirchnerismo. Oyarbide, en el juego del toma y daca, supo absolver al matrimonio Kirchner de la causa por enriquecimiento ilícito. Desde entonces, ayudó en el Consejo de la Magistratura, sorteó más de cincuenta denuncias en su contra.
El pueblo argentino debe ser uno de los más identificados con el fútbol, ahora justificadamente ilusionados con el funcionamiento de su selección. Seguramente, desde el 20 de noviembre y durante un mes, no podremos despegarnos de la pantalla, haciendo fuerza por Messi y sus compañeros.
Pero, por esas cosas del destino o del frío cálculo, el fixture futbolero casi coincidirá con el cronograma de definición de causas de corrupción contra Cristina, sus hijos y otros imputados de los gobiernos kirchneristas.
Son tres las causas que, más temprano que tarde, sobre el fin del año tendrán una definición. Para bien o para mal, cuando algo nos apasiona, los argentinos somos muy afectos a dejar de lado todo lo que no encaja con nuestra pasión. Y vaya si el seleccionado de fútbol no es una pasión, para todos, sin distinción de género.
La causa Vialidad, en la que se viene realizando el juicio oral con Cristina, Lázaro Báez y demás como imputados por corrupción en la obra pública, continuará la ronda de alegatos y contra alegatos y se estima que en pleno mundial se conocerá el fallo de los magistrados Jorge Gorini, Rodrigo Gimenez Uriburu y Andrés Basso, integrantes del tribunal oral federal Nº 2.
Los otros dos juicios que podrían alcanzar una son los denominados Hotesur y Los Sauces y Pacto con Irán, ambos en los que la vicepresidenta obtuvo sendos sobreseimientos sin que tuvieran que pasar por un juicio oral, procedimiento éste que permita a la ciudadanía conocer las posiciones , las pruebas y los hechos.
Los fallos judiciales dispusieron prematuros sobreseimientos que impidieron la audiencia pública, y en este momento se encuentra una resolución de la Cámara Federal de Casación. Los jueces Diego Barroetaveña, Daniel Petrone y Ana María Figueroa, deben anular o confirmar la “inocencia” de Cristina, dispuesta sin que haya habido juzgamiento. El caso Hotesur y Los Sauces está conectado con el de Vialidad. En él se investiga a Cristina, sus hijos, Lázaro Báez y Cristóbal López, por lavado de dinero, considerando los delitos de la causa Vialidad como precedentes. Es decir, los pagos de alquileres y ocupación de habitaciones serían los retornos blanqueados de los negocios con el estado en la obra pública.
A pesar de que la UIF, querellante por el Estado, no apelara el sobreseimiento, el fiscal ante la Cámara de Casación Diego Villar sostendrá el recurso de su colega del tribunal oral Diego Velasco, que sí lo hizo. Habrá dos audiencias previas los días 10 y 22 de noviembre, y se estima que el fallo podría estar para fines del mundial, cuando todavía no se acallen los ecos de la final. El Pacto con Irán, lo dije reiteradamente, debe ser la causa más grave, pero, paradójicamente, la más fácil de voltear en el ámbito de la formalidad jurídica. Con la firma del “acuerdo”, se impidió a la justicia argentina seguir investigando la masacre. La entonces presidenta y demás implicados fueron sobreseídos sin juicio oral.
Sospechosamente, la propia Amia desistió de la apelación y el fiscal de la Casación no sostuvo la formulada por su colega del tribunal oral. Los recursos únicos que quedaron en pie fueron el de los familiares de las víctimas y el de la Daia. También en este caso, se realizarán audiencias previas los días 8 y 24 de noviembre, y el fallo sería para fines del mundial.
Diversos analistas considerando que, probablemente, en la causa Hotesur y Los Sauces se anularía el sobreseimiento y volvería a juicio oral. Sin embargo, en la del Pacto con Irán se confirmaría el sobreseimiento, fundados en que la decisión presidencial es una decisión política no justiciable.
Es tal la fugacidad de los impactos emocionales en el ánimo de la sociedad, que los tremendos acontecimientos que están sucediendo caducan tempranamente en la consideración pública, tapados unos con otros. El tremendo atentado de los “copitos” ya es historia, ayudó, obviamente, por el amplio descreimiento sobre su realidad.
Lo que no sabemos con certeza es si, las coincidencias de los fixtures judiciales y futbolero son obra de la casualidad o de la causalidad.
Lo cierto es que una eventual condena o un sobreseimiento en las tres causas, en medio de la pelota rodando en Qatar, no tendrán el mismo impacto en el ánimo público, para bien o para mal.