Por Ana María de Mena
Hija del Dr. Luis Núñez, primer médico argentino designado al frente de la Sala de Primeros Auxilios y de Raquel C. Acuña, Ana María Núñez (1935-2013), hizo los primeros estudios en San Martín de los Andes.
Después obtuvo el título de Licenciada en Sociología, egresó con medalla de oro de la Universidad Católica Argentina y resultó materias del doctorado en la especialidad. Desde el inicio, la atrajeron el saber y la excelencia.
Ana M Manceda, Ana María y Nieves Núñez
Fue becada y se capacitó en disciplinas de planeamiento regional en la Universidad de Münster, entonces Alemania Federal, donde accedió a una pasantía rentada en la misma casa de estudios.
Hizo el Curso Nacional de Planificación Turística en el Centro de Investigación y Capacitación Turística de la OEA. Sesenta y setenta años atrás era inusual el interés femenino en algunos temas, pero ella pasó seminarios en Gestión Ambiental, Gestión y Administración de Actividades de Ciencia y Técnica.
Ana María en Alemania.
Allí se abocó a tres temas puntuales: vivienda, educación y salud. Producto de estudios interdisciplinarios y en equipo, participó en la elaboración de informes y trabajos que iniciaron investigaciones con la metodología adecuada en la provincia del Neuquén. Varias iniciativas suyas se desarrollaron en proyectos. Uno que la había entusiasmado mucho era la parquización de las franjas de tierras aledañas al arroyo Pocahullo.
Maclovia Torres, que fue su amiga dice: “Ana María tuvo la visión del Parque. Cuando los turistas venían con flores que juntaban en las excursiones que hacían por los alrededores, se le ocurrió que a los costados del arroyo se podían hacer jardines… ella había aprovechado su viaje a Europa como estudiante y en los feriados y fines de semana, iba como mochilera a países vecinos de Alemania. Había vuelto encantada de la forma en que parquizan alrededor de los ríos y deseaba que en el pueblo se hiciera algo así, por eso impulsó un proyecto en el COPADE para mejorar con plantas y flores los alrededores de Pocahullo. No sé si lo que se está haciendo tomó como base el proyecto de Ana María, pero es bueno recordar que trabajó en ello desde la función pública que le tocó”.
Maclovia Torres, Ana María, Adalgota Mash de Torres y Josefa Ragusi de Orazi
Ana María ejerció la docencia media y terciaria, en la Universidad Católica Argentina y las universidades nacionales de Buenos Aires y del Comahue. Asistir a numerosos congresos como participante y ponente, entre ellos algunos de la UCA y de la Organización de Estados Americanos.
En la Fundación Bariloche cursó la Maestría en Filosofía e Historia de la Ciencia. También cursó la Escuela de Bellas Artes de Neuquén, participó en certámenes artísticos e integró la Asociación Neuquina de Artistas Plásticos. Entre otros cargos fue Subsecretaria del Consejo Provincial de Educación y Coordinadora General de los Equipos de Planeamiento del COPADE.
Cuando se desprende de la función pública le obsequiaron un plato que tiene una inscripción que dice: “Anita, por tu profesionalismo, dedicación y compromiso ejemplificador, te recordaremos a tus compañeros del COPADE”.
Estaba siempre atenta al desarrollo científico y humanístico, pero Anita se daba tiempo para la recreación. Le gustaban la natación y el esquí alpino y fue socia de dos clubes deportivos sanmartinenses.
Integró la Subcomisión de Historia de la Comisión del Centenario de San Martín de los Andes. Desarrolló el Taller de Historia Oral con pobladores memoriosos que fue una de las bases de “El libro de los 100 años” y la película “En el valle del Lácar”.
En el libro, Ana María es autora del capítulo titulado “Hablemos de nosotros con números”, investigación demográfica sobre el crecimiento de la población y una descripción minuciosa de las principales características estructurales según el censo de 1991. También escribió el capítulo “La pequeña aldea ”.
Solidaria, fue socia fundadora de la asociación de bien público “Orientación para la joven”, asistente de mujeres inmigrantes de entre 13 y 21 años de edad.
Y en medio del trajín laboral, dedicó tiempo para participar en el taller literario “Pasar la palabra” que coordinó Graciela Cros y del Taller de Lectura que editó el libro “Envasado en Origen”, para el que ella preparó la portada.
“Como persona tenía una sensibilidad muy humana. Durante años Ana María y yo visitábamos enfermos que eran socios de ‘Añoranzas’, para acompañarlos en nombre del Centro de Jubilados. Les llevábamos algunas florcitas, a veces comprábamos medialunas y tomábamos el té. Ana María era muy cariñosa con los pacientes. Ella se sentaba en las camas, a veces se recostaba al lado de los que ya estaban muy mal y les decía al oído cosas lindas, les susurraba chistes, les recordaba momentos que habíamos compartido en Añoranzas, a veces les tarareaba una canción; esas visitas eran una forma de no dejarlos solos”, subraya Maclovia Torres.
En el pueblo se la recuerda con afecto y cuando se abrió la convocatoria para dar nombre a un espacio municipal, uno que votaron muchos vecinos fue el suyo, seguramente por su destacada trayectoria y la calidad humana que la caracterizó.