El Gobierno pregona que “ha logrado generar casi 443.000 nuevos empleos adecuados”[1]
y nada más alejado de la realidad. Lo cierto es que la noción de empleo adecuado no indica la generación de plazas, ni tampoco la calidad de las mismas. En ese sentido, un análisis profundo de la evidencia empírica muestra que el empleo asalariado mantiene su condición precaria, es decir, personas sin estabilidad ni seguro social, a tal punto que del total de personas asalariadas el 49% se encuentra en niveles de precarización alta y extremos
La categoría empleo adecuado muestra al número de personas que “durante la semana de referencia, trabajan igual o más de 40 horas, perciben ingresos laborales mensuales iguales o superiores al salario mínimo, independientemente del horario deseo y disponibilidad de trabajar adicionales”[2]. Eso implica que nada dice sobre la generación de plazas en el mercado laboral, peor aún como resultado de una política gubernamental. Desde esa perspectiva, el mencionado aumento indica que en un determinado mes las personas ganan más que el salario básico unificado por trabajar más de 40 horas, no dice absolutamente nada de si esto lo hacen afiliadas al seguro social o con la estabilidad de que al siguiente mes van a tener un contrato que les garantice seguir percibiendo ingresos. Por lo tanto, el aumento del empleo adecuado puede indicar que una persona trabaja de forma autónoma porque lo despidieron, trabaja más de 16 horas y gana un poco más de 425 dólares.
¿Qué sería lo correcto entonces? Lo necesario es generar una estimación que permita observar no solo el nivel de ingresos, también el de estabilidad (contratos) y la afiliación al seguro social. Criterios recogidos bajo un índice de precarización laboral (Mora-Salas y Oliveira, 2009)[3]
en la población asalariada ¿Por qué asalariada? Porque en este sector de la población se mide la existencia de plazas de trabajo que cumplen con normas de dignidad para los y las trabajadoras del país, así como el cumplimiento por parte del sector empleado. Este tipo de empleos son los que generan bienestar en el largo plazo. De esa manera, la construcción de este índice a través de un análisis de componentes principales y utilizando las mismas fuentes que utiliza el gobierno, la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo, se muestra un aumento de la precarización y que casi la mitad de la población asalariada está precarizada en niveles altos y extremos.
En el gráfico 1 se observa el índice de precarización (mientras más se acerca a uno hay más precarización) que no ha variado en gran medida en los últimos tres años, a tal punto que en 2022 se ubica en un 0,488. Un nivel más que alto en comparación al año 2019 de pre-pandemia cuando alcanzó un nivel de 0,427. Por otra parte, al comparar estos niveles con la tasa de subempleo, se observa que, si bien en 2022 esta tasa disminuyendo en comparación a 2020 y 2021, no ocurre lo mismo con la precarización (además de que su nivel es más alto que en 2019, es decir, aún no se logra llegar a niveles ya complicados). Eso implica que pueden ocurrir dos escenarios no excluyentes: i) que no se generen empleos asalariados, sino trabajo autónomo sin estabilidad y afiliación, que en la toma de la información tienen ingresos equivalentes a un salario básico unificado y/o trabajan más de 40 horas, nada más y; ii) se aceleren plazas de empleos asalariados precarios o tal vez estas se mantengan.
Esto debería ser lo que interese a un gobierno que trate de garantizar el bienestar a la población trabajadora y no la atribución de cifras que ni siquiera indican si esto se está mejorando. Por lo tanto, es trascendental que la academia profunda en estos análisis, situación complicada con la precarización que los recortes desde ese mismo gobierno fuerzan a limitarse en la investigación, para desmontar estas lecturas sesgadas que no muestran la realidad y lo preocupante de la situación: casi la mitad de la población se encuentra asalariada de forma precaria en Ecuador (gráfico 2), algo que trae problemas a largo plazo, por supuesto a la población trabajadora y no al sector empleado que se aprovecha de esta situación y que desea perpetuarla con una código laboral acorde a sus beneficios, el actual de alguna manera lograron limitarlo con lo que fue la mal llamada Ley Humanitaria. Una situación que no debe ocurrir si el objetivo es retroceder ¿No se desea estabilidad jurídica? Pues un código laboral estable pero que beneficia a la clase obrera con varios años plantea esa estabilidad, mismo que debe avanzar aún más.
Gráfico 1. Índice de precarización y Tasa de Subempleo en Ecuador 2019-2022
Nota: Población empleada asalariada mayor a 15 años en la precarización. Población empleada mayor a 15 años en el subempleo.
Fuente: ENEMDU – Elaboración: Propia
Gráfico 2. Empleo asalariado por nivel de precarización en Ecuador 2017-2022
Nota: Población empleada asalariada mayor a 15 años.
Fuente: ENEMDU – Elaboración: Propia
Anexo1. Adaptación a Ecuador del índice de precarización planteado por Mora-Salas y Oliveira (2009).
Anexo 2. Resultados del análisis factorial para Ecuador 2019-2022. Método: Análisis de Componentes Principales
[1] https://www.eluniverso.com/noticias/economia/lasso-asegura-que-se-han-creado-casi-443000-nuevos-empleos-durante-su-gobierno-nota/
[2] https://www.ecuadorencifras.gob.ec/estadisticas-laborales-diciembre-2022-2/
[3] Mora-Salas, M. y Oliveira, OD (2009). La degradación del empleo asalariado en los albores del siglo XXI: Costa Rica y México. Papeles de Población, 15(61), 195-231 . https://www.redalyc.org/pdf/112/11211806009.pdf
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