Las últimas medidas adoptadas en materia de pensiones, retraso de la aplicación del factor de sostenibilidad hasta el año 2023 y la indexación de la revaloración de las pensiones vinculadas al IPC, provocará un incremento considerable en la nómina de las pensiones lo que exigirá tomar ciertas medidas adicionales con el fin, o bien, de incrementar los ingresos, o bien, reducir los gastos del sistema para mantener la sostenibilidad financiera del mismo.
Es conveniente recordar que el Índice de Revalorización de las Pensiones, IRP, es el mecanismo introducido en la reforma de 2013 por el que se calcula la salud financiera de la Seguridad Social y, en caso de déficit, decretaba una subida mínima del 0,25 % Aunque el mismo haya sido derogado por el actual Ejecutivo, es importante que todos los ciudadanos seamos conscientes, pensionistas o no, de la capacidad del sistema; las pensiones en el presente ejercicio deberán haber revalorizado un menos 2,58% con el fin de no incurrir de nuevo en déficit o, en su defecto, un 0,25% frente al 1,7% que finalmente se revalorizarán en base a los diferentes acuerdos politicos. Esta misma reforma incorporaba el Factor de Sostenibilidad, el cual vinculaba la pensión a la esperanza de vida, aplicándose la corrección correspondiente en la primera pensión. Tanto la derogación del IRP como el retraso de la aplicación del Factor de Sostenibilidad han provocado un incremento considerable del gasto en pensiones, en torno a los 2.500 millones en 2018 y 5.300 millones en 2019, en los años en los que la Seguridad Social presenta incesantemente déficits históricos. Podemos estar de acuerdo en intentar mantener el poder adquisitivo de los actuales pensionistas, pero a su vez trasladar la realidad de las pensiones para las generaciones venideras o para los que ingresan nuevos dentro del colectivo. En la reforma de 2011, uno de los parámetros modificados es el período de cálculo de la pensión pasando de los 15 años a los 25 años progresivamente hasta 2022. Dicha modificación se inyecta directamente en el coeficiente divisor, lo cual provoca una disminución automática del resultado , es decir, las personas que se han jubilado a partir de 2013, año en que comienza a subir el divisor, percibirán pensiones inferiores a sus antecesores.
Lo citado anteriormente junto con la nueva salida a escena del factor de sostenibilidad en el ejercicio 2023 deja en evidencia un descenso progresivo de la cuantía de la pensión media en relación con el importe del salario medio para compensar los efectos negativos de la evolución de la tasa de dependencia y es por lo que hoy en día es completamente necesario llevar a cabo una correcta planificación a la jubilación.
La planificación a la jubilación es un proceso arduo y complejo por la multitud de parámetros que requiere el mismo. Es activo, dinámico y continuo donde es necesario trabajar desde el inicio el corto, medio y largo plazo utilizando tanto la cuenta de resultados como el balance de situación y donde se requiere elaborar un plan de previsión personal enfrentando el perfil con el horizonte, superando todas y cada una de las etapas del ciclo de vida del ahorrador y/o inversor, incluida la de beneficiario o de acumulación. La finalidad de cualquier planificación a la jubilación es nivelar esperanza de vida financiera con la esperanza de vida real, ya no solo para sobrevivir a nuestros recursos económicos sino para poder mantener un nivel de vida digno.
Hasta la fecha la industria no tenía la capacidad de poder ofrecer una solución que cumpliese con los diferentes requisitos que exige un perfil más exigente, más inconformista, más seguro ya su vez más preparado. La multitud de datos, cifras, fórmulas y algoritmos que requieren una planificación correcta no ha hecho posible disponer de una herramienta que propusiese soluciones objetivas e integrales en todas y cada una de las fases de la planificación hasta aliarse con la tecnología.
Podemos confirmar que todos los datos facilitados al principio de dicha tribuna, siendo parte de los que conviven en una planificación, son indiferentes para el consumidor final gracias a la tecnología, siendo necesarios ciertos datos, sobradamente conocidos por cada persona, mediante los cuales ya través de gráficos se proyecta la situación de los clientes mostrando las necesidades reales de cobertura y la capacidad real de satisfacer la misma.
Hoy, gracias al sector Fintech y/o Insurtech es accesible a todo el mundo llevar a cabo una correcta planificación a la jubilación basada en criterios de objetividad, satisfacción de necesidades y mostrando a gran parte del mercado que realmente se tiene capacidad suficiente para poder desarrollar consiguiendo nivelar la esperanza de vida financiera con la esperanza de vida real.
Ya tenemos la posibilidad de adquirir tanto la información como los conocimientos necesarios para tomar las medidas oportunas en relación con el ahorro y/o inversión de los recursos actuales de cara al bienestar futuro.