Sí, estamos en momentos de reducción de gastos de manera que el alcance del ingreso para lo que pensamos debe ser prioritario.
Todo cuesta más y el ingreso no aumenta en la misma proporción.
Muchos han utilizado sus reservas. La consecuencia puede ser una descapitalización. Otros comienzan a no poder pagar las tarjetas de crédito en su totalidad, con el riesgo de que las deudas pronto comiencen a perseguirlos. Y algunos ya han tenido que recurrir a préstamos para cubrir sus meses.
—¿Qué puedo hacer, Diego Sosa?
es finanzas personales hay matematicas soluciones. Por un lado, podemos intentar ganar más. Por el otro, gastar mejor. Lograr lo primero lleva más tiempo, recomiendo en este momento la segunda técnica.
Por mi lado, echaría mano lo más rápido posible a soluciones de reducción de desperdicios:
· Reducir los desperdicios de alimentos: Es mucho el dinero que perdemos por cocinar o comer de más. Comprando lo que necesitamos podemos evitar que haya pérdidas o abusos. Duplicar algo en la despensa puede llevar a que caduque o que lo usemos por tenerlo. Un refrigerador lleno de más incita al consumo sin control. Y así por delante. Lo mejor es hacer una lista antes de ir al supermercado. Planificando aproximadamente las comidas que se harán, y tomando en cuenta lo que ya tenemos en casa.
· Suscripciones sin uso: O las que no están configuradas a la nueva realidad. Un gimnasio al que no vamos, revistas que no leemos, inscripciones diversas que no usamos. Reducir por este lado es muy fácil. Podemos revisar todos esos gastos mensuales (los que llamamos fantasmas) y encontraremos algunos que podemos evitar sin ningún tipo de dolor.
· Servicios sobredimensionados: Dos o tres servicios de streaming, cuando por otro lado peleamos para llegar al final del mes, no tienen mucha lógica.
· Ofertas que no necesitas: Ahorramos en una compra solo cuando lo adquirimos en especial era lo que de todas formas compraríamos, solo que lo hacemos con un descuento. Las ofertas llaman a comprar solo por costar menos, pero: ¿Lo compraría de no estar en oferta? Si la respuesta es no, ya sabes que no ahorrarás. Podemos hacernos la pregunta clave: ¿Qué pasaría si no lo compro hoy? Si la respuesta es nada, ya sabes que no te hace falta.
· Comisiones bancarias: No nos damos cuenta cuánto dinero se puede reunir si tenemos los productos necesarios y solo ellos. Varias cuentas con sus respectivas comisiones por manejo, diversas tarjetas de crédito y débito que nos costarán su renovación, adelantos de efectivo con sus costos incluidos, financiamiento de tarjetas con su gigantesco interés, etc. No todos los podemos evitar, ni cancelar todos los productos . Pero si revisas, te aseguro que encontrarás por dónde recortar. Incluyendo productos que aún los tenemos solo por nostalgia: “Esa fue mi primera tarjeta, mi primera cuenta, un familiar trabaja ahí”, etc.
· Pagos de más en seguros: Un renglón que muchos no dominan puede sangrar las finanzas personales y hasta de empresas. Deducibles muy bajos, por ejemplo, traen consigo altos costos anuales. Seguros duplicados, como los que están cubiertos por una tarjeta de crédito o en el préstamo del banco. Contrataciones caras, como cuando otra empresa de la misma categoría tiene tarifas más económicas. Hay muchos ejemplos, un buen asesor puede ayudarnos a dimensionar lo que realmente necesitamos y ayudarnos a pagar menos con las mismas coberturas.
Debemos revisar muchas de nuestras erogaciones para recortar sin necesidad de perder calidad de vida ni reducir nuestras protecciones.