(Parte 3 de 6)
El segundo pilar de las finanzas personales es aprender a tomar control de nuestro dinero, de tal manera que podamos asignarlo primero a lo que es más importante (nuestras prioridades) y después a todo lo demás.
Si no tomamos control de nuestro dinero, éste tomará control de nosotros y se nos irá como agua, sin saber ni en qué nos lo gastamos. Además, será fácil caer en deudas, porque siempre sentiremos que necesitamos más de lo que en realidad podemos pagar.
La clave para tomar control de nuestro dinero es a través de un plan de gastos y no un presupuesto, que muchas veces planea los ingresos que esperamos recibir y los gastos que tenemos de todo el mes.
El plan de gastos se hace solo con el dinero que tenemos en mano. Cada vez que recibimos un ingreso nos sentamos y nos hacemos esta sencilla pregunta: ¿Qué es lo que necesito que este dinero haga por mí, antes de que me vuelvan a pagar? De esta forma le asignamos a cada peso que ganamos un trabajo.
¿Por qué no “presuponer” de una vez el mes completo, o el año completo? Podemos hacer aviones, pero si intentamos asignar trabajos a pesos que aún no tenemos, será muy fácil perder el control. Igual que si intentamos asignar un trabajo a un empleado que todavía no hemos contratado: sería un caos.
Hacerlo con dinero que tenemos en mano nos obliga a priorizar: esos recursos se tienen que ir a lo que es más importante (los objetivos que hemos definido) y desde luego a los gastos más inmediatos que tenemos que enfrentar (todo en equilibrio). Al principio es difícil, sobre todo si tenemos deudas. Pero en poco tiempo nos iremos acostumbrando y lograremos un cambio significativo en la forma de manejar nuestro dinero. Lo tendremos con la correa mucho más corta.
Este plan tiene que considerar todos nuestros gastos, incluyendo aquellos que no ocurren cada mes. De lo contrario, cuando se presenten, causarán un desequilibrio importante en nuestras finanzas personales. Mucha gente tiene que recurrir al crédito para afrontar gastos irregulares como el regreso a clases, el pago del predial, las vacaciones, entre otros.
Si no los consideramos, nos seguirá pasando y no lograremos un verdadero control de nuestro dinero. Nuevamente: esto toma tiempo. Es un proceso iterativo que uno va perfeccionando. Por eso, es importante sentarse cada vez que uno reciba un ingreso para aprobar trabajos a ese dinero. Parte de esos trabajos es para los gastos irregulares. De esta manera, cuando se presenten, tendremos el dinero listo para enfrentarlos.
El plan de gastos además debe ser flexible. La vida nunca sucede exactamente como la planeamos y siempre se juntan cosas. Por ejemplo, el recibo de la luz llega más alto de lo que pensamos. No tenemos suficientes pesos para ese trabajo, pero sí tenemos pesos que tienen otros trabajos menos importantes. Algunos de ellos tendrán que apoyar, cambiar de trabajo. Hacemos una reasignación.
Además, el plan de gastos es una herramienta para tomar decisiones financieras. Por ejemplo, encontramos una súper oferta de ropa para los niños y queremos aprovecharla. ¿Qué hace la mayoría de la gente? Utiliza los meses sin intereses. Está “gastando” dinero que todavía no ha ganado. A los pesos futuros tendremos que asignarles el trabajo de pagar esas mensualidades y no podremos asignarlos a otros trabajos que quizás sean más importantes.
En lugar de eso, podemos ver nuestro plan de gastos y ver si podemos reasignar trabajos a los pesos que ya tenemos en mano. Eso implica priorizar nuevamente. ¿Qué trabajos son más importantes? Habrá veces que tengamos que dejar pasar una oferta, para pagarnos primero a nosotros mismos y mantener nuestras finanzas personales bajo control.
Tomar control de nuestro dinero nos permite ahorrar para nuestros objetivos financieros (porque son nuestra prioridad), lo cual es una condición necesaria para construir patrimonio. Pero no es suficiente, si no invertimos ese dinero de manera inteligente, irá poco a poco perdiendo valor.
Por eso invertir es el tercer pilar de las finanzas personales y de esto hablaremos en la próxima columna.