Seguramente, en algún momento, ha pensado cómo quieres que sea tu jubilación. Y esa idea seguro que ha ido cambiando con el paso del tiempo.
La vida cambia y nuestros planes y circunstancias, también. Por eso, cuando pensamos en nuestra jubilación y, muy especialmente cuando nos encontramos en los años anteriores a jubilarnos, debemos hacer un ejercicio de reflexión y de planificación financiera y personal en el que miremos más allá de lo económico -también hay que tener en cuenta cuestiones sociales, de salud, etc.- y en el que tengamos en cuenta todas las opciones.
¿Y si me prejubilan? ¿Y si con 50 años dejo de ser asalariado y monto mi propio negocio? ¿Y si quiero jubilarme parcialmente? Para que pase lo que pase estemos tranquilos y tengamos la estrategia financiera y de inversion que necesitamos, debemos empezar por el principio: ¿qué quiero jubilación tener?
Uno de los errores que solemos cometer es que infraestimamos cuánto vamos a gastar durante la jubilación, y la realidad puede ser bien distinta. En este punto debemos tener en cuenta los efectos del incremento de la esperanza de vida y de la longevidad. Vivir más años y en mejores condiciones hace que lleguemos a la jubilación más activos y con más ganas de hacer más cosas, por lo que el gasto en ocio se puede incrementar. Y, por otro lado, al vivir más años tenemos más posibilidades de sufrir algún tipo de dependencia o alguna enfermedad, por lo que nuestros gastos relacionados con la salud también pueden crecer.
Tener todo esto en cuenta es fundamental para tener una visión global de todo lo que nos puede pasar cuando nos jubilemos y nos sirve, además, para estimar el gasto futuro y, en consecuencia, para determinar si vamos a tener el dinero que necesitamos.
Cuando nos encontramos en los años anteriores a jubilarnos nos solemos preocupar más por la parte económica, por qué pensión vamos a recibir de la Seguridad Socialpor cómo vamos a rescatar nuestro plan de pensiones y por el resto de nuestras finanzas e inversiones. ¿Sabemos qué opciones tenemos?
Por ejemplo, si nos despiden o prejubilan antes de los 50 y luego no nos reincorporamos al mercado laboral no tendremos derecho a cobrar pensión (del periodo de cotización, al menos 2 años deben estar integrados dentro de los 15 años inmediatamente anteriores al momento de dejar de trabajar) y si nos despiden o prejubilan entre los 50 y los 60 es probable que nuestra pensión sea muy baja. En este último caso, para evitar que nuestra pensión de jubilación disminuya ya podemos recurrir al Convenio Especial con la Seguridad Social (IMPUESTO).
¿En qué consiste? Es una formula por la que los contribuyentes Podemos pagar una cantidad a la Seguridad Social durante los años que nos faltan para alcanzar la edad legal de jubilación y mantener, así, la pensión que nos habría correspondido. Para ver si nos interesa o no, habrá que valorar el coste del convenio y qué pensión recibiremos para ver si nos compensa más destinar ese dinero en un producto de inversión que nos remunera más. En todo caso debemos tener en cuenta que aunque hayamos suscrito este convenio podremos rescatar nuestro plan de pensiones por el supuesto excepcional de liquidez o paro de larga duración.
¿Y si quiero jubilarme pero seguir trabajando? En este caso tenemos que hablar de las opciones de jubilación que nos permiten seguir en activo. La jubilación activa nos permite seguir trabajando y recibir el 50% de la pensión, siempre que cumplamos ciertos requisitos. con la jubilación parcial podemos reducir nuestra jornada laboral y cobrar la pensión en ciertos casos y con la jubilación flexible podemos compatibilizar la pensión con un contrato a tiempo parcial, siempre bajo unos límites y con una minoración de la pensión en proporción inversa a la reducción aplicable a la jornada de trabajo.
¿Qué opción es la que más me conviene? No hay una respuesta cerrada. La mejor opción siempre será la que se adapte a nuestras circunstancias y planes y nos permita vivir la jubilacion que queremos.