Por Iván Vázquez Islas
Un estudio en la Universidad de Princeton en Estados Unidos afirma que las personas con altos ingresos muestran un mayor grado de felicidad que las que no. Además que un incremento en los ingresos generalmente da placer al que lo experimenta, bajo ciertos parámetros. En resumen, el dinero sí da felicidad, pero no para siempre.
En economía tenemos un concepto llamado Utilidad Marginal Decreciente, que te explicaré mediante un ejemplo: supongamos que tuviste un día pesadísimo, de esos que mal desayunaste y no te dio tiempo ni de comer, y para cuando llega la noche ya estas malhumorada/o, con un hambre atroz y lo único que deseas es devorar algo, entonces por fin tienes la oportunidad de sentarte a comer y te sirven tu plato favorito. Supongamos que es un gran filete, tomas los cubiertos, cortas un trozo y te lo llevas a la boca, mmmm rico, ese primer trozo te sabe a gloria, cortas un segundo trozo y te continúa sabiendo bien pero un poco menos que el primero y así sucesivamente, hasta que sacias tu apetito y no puedes comer más, y si continuas, puede ser que hasta asco te dé. Eso mismo pasa con el dinero, según el estudio, el dinero sí proporciona felicidad, pero llega el momento cuando ya todas nuestras necesidades y deseos están cubiertos que un poco más de dinero no nos hará más feliceseste punto es distinto en cada persona.
Otro estudio, este de la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido, ha demostrado que las personas felices son más propensas a tener mejores ingresos que las que no lo son, es decir, su forma optimista de vivir los hace conseguir, identificar y aprovechar más oportunidades que las personas menos felices. Existe una conexión entre el dinero y la felicidad, tanto la felicidad nos puede reportar más dinero, como el dinero darnos más felicidad.
Y un tercer estudio, también muy interesante, de la universidad de Columbia en Inglaterra, que afirma que el dinero no da la felicidad, pero sí aminora la tristeza. Y es comprensible, ya que la escasez de dinero, el vivir al día sin una certeza financiera nos puede reportar altísimos índices de estrés, bajo o nulo acceso a la tecnología e información, bajos de grados educación, deficiente acceso a sistemas de salud, mala alimentación, enfermedades físicas y/o mentales que en ocasiones pueden conducir hasta el suicidio. Entonces es lógico que el dinero aminore las calamidades.
Y si el dinero representa un pedazo de nuestra vida, causalmente se podría afirmar que el dinero sí nos puede dar la felicidad porque seríamos nosotros mismos proporcionándonosla.
Independientemente de nuestros ingresos, la felicidad es un asunto mucho más complejo que depende de muchos factores que van más allá de nuestra capacidad adquisitiva y sabemos que muchas de las mejores cosas de la vida son gratis, y ya sea que el dinero nos dé felicidad, la felicidad nos dé dinero o que el dinero nos aminore la tristeza, todos los casos son favorables, y podemos amarlo u odiarlo, pero lo mejor sería buscar el equilibrio, y saber que si queremos o tenemos que jugar, hay que aprender las reglas y disfruta el camino.
Te dejo los enlaces originales de otro estudio.
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